La igualdad en el trabajo también es sostenibilidad

En todo esto de la agricultura sostenible, no hay que echar en el olvido el factor humano. Si por un lado son importantes todas aquellos científicos y entendidos que de alguna manera han creado toda una teoría sobre este tipo de agricultura y cómo llevarla a cabo, no hay que ignorar la otra gran parte que falta: la mano de obra. Y es que al fin al cabo, hasta que la tecnología no llegue a otro estadio más avanzado, sigue siendo el hombre el que cultiva el campo: el que decide qué producto siembra, en qué momento, con qué técnica, y sus fórmulas para realizar la cosecha.

¿Y eso lo hace el hombre? Y la mujer, desde el principio de los tiempos, mano a mano con su compañero masculino. La agricultura ha sido siempre un trabajo básico, de más poderío físico que mental, por lo que en principio siempre se consideró el trabajo para el hombre. Sin embargo, la historia nos demuestra que la mujer en el campo ha sido una figura perpetua, siempre haciendo tareas complementarias, y en muchas ocasiones, justo las mismas que su homólogo agricultor. En el mundo la mano de obra femenina en el ámbito rural nunca ha sido escasa, aunque nunca se le haya hecho el reconocimiento que se merece. Y a pesar de que durante mucho tiempo se le consideraba una fuerza secundaria, en los últimos tiempos miles de mujeres agriculturas se han hecho con el liderazgo de sus explotaciones; y otras muchas se han convertido en socias a partes iguales de sus maridos, a los que han apoyado con su esfuerzo, su dinero y su trabajo duro.

Y muchos estudios sociológicos demuestran que la participación de la mujer emponderada en la agricultura de muchos países, ha hecho que todo el sector agrario haya experimentado un gran cambio, sin duda para mejor. Y es gracias a esos cambios que la agricultura sostenible ha sido mucho más fácil de introducir en las técnicas de cultivo actuales, de las que ya hemos hablado en otros posts. Las agricultoras acuden al campo con menos fuerza física en las manos, pero sin duda con una mente más analítica, y siempre son más abiertas a los cambios y nuevas técnicas que sus homólogos varones.

Pero por mucho que se pongan sobre la mesa todos estos valores, no podemos olvidar que el mundo rural y agrario sigue siendo un mundo de hombres, donde parece bien que la mujer aporte esfuerzo, pero no tanto que tenga mando. Sin embargo, esta mentalidad está también cambiando poco a poco, aunque todavía son muchos los lugares donde el machismo sigue vigente también a la hora de trabajar en el campo; pero el poderío femenino sin duda está llegando también a esas partes, en ocasiones por necesidad, y en ocasiones por perseverancia.

El otro día un colega me hablaba justamente de este, y comparaba el sector rural con algo tan poco similar como la pornografía. Mi amigo decía que, en estos tiempo, el trabajo en el campo se asemejaba a los videos de sexo gratis: era un producto de hombres y hecho para hombres, pero en el fondo, la que llevaba la voz cantante era la mujer. Y es que si pensamos en el porno online, donde prima el sexo heterosexual, es justamente eso lo que pasa: triunfan en él las actrices, de las que todo el mundo se sabe el nombre, mucho antes que los varones; y en cualquiera de estos videos porno podrás ver cómo siempre son ellas las que dicen cuándo, dónde y cómo, incluso en el BDSM. No hay un tío hetero que no esté de acuerdo con esto, te lo puedo asegurar.

Pero volviendo al mundo real, no podemos creer que todo es color de rosa; y desde luego cultivar la tierra es algo mucho más complejo que tener pareja para echar un polvo (o no, seguramente muchos no estén de acuerdo con esto, jeje). Aunque estaría muy bien que por una vez la agricultura fuera pensado como un bien común, y su práctica no fuera una cuestión de género, sino de inteligencia e iniciativa; seguro que así iría mucho mejor.